"En las adversidades sale a la luz la virtud" Aristóteles.
El filósofo griego ARISTOTELES (384 a 322) solía recomendarles a sus discípulos cuando las adversidades te acechen, debes enfrentarlas con actitudes y expectativas positivas, Sólo de esta manera podrás utilizar todo ese enorme potencial de conocimientos y habilidades que tu posees, porque en las adversidades es cuando tu imaginación y creatividad salen a flote, y solo con ellas podrás superar lo malo que te ocurre.
Es muy común que ante situaciones adversas estas nos aniquilen moral y anímicamente llevándonos en ocasiones a magnificar el problema que nos aqueja, y hasta sentirnos incapaces de solucionarlo, y NO actuemos directamente sobre él.
Estos comportamientos derrotistas nos pueden llevar a crear hábitos que no nos ayudan en absoluto. Además, al actuar sintiéndonos derrotados, nuestro enfoque mental cada vez se focalizará con más facilidad en lamentaciones y justificaciones, llevándonos a echarle la culpa de nuestras adversidades a la mala suerte o al destino, y en consecuencia NO tomar acción en busca de una solución adecuada.
Una virtud es la disposición de una persona a obrar de acuerdo con determinados preceptos y normas que la sociedad ha establecido, siempre en procura del bien común como lo es, la verdad, la justicia y la honestidad.
Al realizar acciones virtuosas estas te darán cada vez más y más felicidad, porque estarás haciendo del mundo un lugar mejor para ti y para quienes te rodean.
Para poder volverse virtuoso en un comienzo es necesario hacer grandes esfuerzos en realizar los actos esperados y considerados buenos, pero con el tiempo este esfuerzo por realizar esos actos correctos y esperados, será cada vez más y más fácil lograrlo, hasta que se vuelve un hábito el conseguirlo, y una vez se ha convertido en habito, automáticamente esa forma de actuar se volverá una virtud.
Aristóteles opinaba que el ser virtuoso se aprende con la práctica de buenos hábitos, mediante nuestra formación académica, intelectual y experiencia, acompañados de muchas repeticiones del acto en sí. feliz y bendecido día hijitos amados.
Escrito por Luis Emilio Rueda.