"Las personas podrían aprender de sus errores si no estuvieran tan ocupadas negandolos".
CARL JUNG (1875 1961) reconocido filósofo, médico, psiquiatra y psicólogo SUIZO nos ilustra a cerca de las bondades que puede traernos el ERROR
Por lo general el error es considerado como algo malo, porque se considera que denota ineptitud, lo que hace que el equivocarse sea considerado como un TABU. El error es fundamental para aprender ya que, en nuestro desempeño habitual, existen infinidad de acciones y situaciones IMPREDECIBLES, de las que nadie está exento que le ocurran, así que se hace necesario considerar el error como una puerta hacia el aprendizaje.
Según el filósofo griego SOCRATES el hombre puede errar individual y colectivamente, pero NO quedarse ahí, sino que debe aspirar a encontrar la verdad objetiva, examinando sus errores mediante una autocrítica racional, ya que solo dejan de equivocarse LOS QUE NO HACEN NADA.
Los humanos cometemos cientos de errores al no hacer lo correcto en nuestras actividades diarias, lo que pasa es que pocos de esos errores que se cometen tienen consecuencias. Sin embargo, cada error tiene incorporado su aprendizaje.
Debido a que el error cuando se evidencia causa angustia, estrés y hasta vergüenza, aun con nosotros mismos, nuestra tendencia es a ignorarlo, GRAN ERROR, porque todo el provecho que se puede sacar de un error es prácticamente gratis, y contundente, puesto que quien lo cometió ha vivido en la práctica las consecuencias que este le acarreo. Qué bueno fuera que le podamos enseñar a nuestros hijos y nietos, que ojalá jamás cometieran errores, pero más bueno sería que les enseñáramos a beneficiase de ellos, haciéndose consientes y responsables por sus consecuencias, lo que conllevaría a hacer un análisis exhaustivo del porque nos equivocamos.
Según el filósofo Griego TALES DE MILETO lo FACIL es observar y criticar los errores de nuestro prójimo, lo DIFICIL es observar y responsabilizarnos de los nuestros nuestros abuelos así lo manifestaban: es muy fácil ver la PAJA en en el ojo ajeno, pero difícil ver la ASTILLA en el propio